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No son las formas

 Texto para la exposición No son las formas de Rubén Ojeda Guzmán. Curaduría: Andrea Fontana

                    Fotografía: Francesca Todeschini

La frase saltó de la boca del político a la del cantante y de los grafitis a la sala de exposición. El eslogan terminó por convertirse en burla: “VIVA ESPAÑA” sintetiza las contradicciones de un devenir histórico tambaleante e incierto frente al que el humor es la última defensa. Su deliberada alteración ortográfica (“BIBA ESPAÑA”), usada como meme/pinta callejera, se posiciona desde una distancia sardónica que lo apropia y cambia su sentido: el error se incorpora a la grafía para revelar el fracaso intrínseco de la consigna. Como en el caso de “emosido engañados”, otra pinta callejera que se viralizó bajo la forma de meme, hashtag y locución popular, nos encontramos frente a nomadismos sígnicos que acusan un descreimiento cínico y profundo frente los relatos y modos políticos de nuestro tiempo.

En la obra de Rubén Ojeda esta multivectorialidad de sentidos se materializa mediante el uso de la pólvora. El registro en el muro (la escritura) es la huella de pequeñas explosiones concatenadas. En la pared de enfrente la operación se repite, pero la frase se lee a la inversa, como en un espejo. La activación de la pieza tuvo lugar el 12 de octubre, fiesta nacional de España, a la misma hora en la que se realizaba en Madrid el desfile militar.

El artista ha recurrido con anterioridad a petardos y otros artefactos explosivos cuyo uso recreativo es común en Oaxaca, y en general en México, en el contexto de las celebraciones populares. Ojeda retoma su uso en Madrid para comentar sobre las aporías de una ciudad cuyo habitus está signado por el solaz y la capitalización desenfrenada. El vermú y las cañas se convierten en momentos mediados por el consumo, el derecho al bar se reclama en las casillas electorales y las calles se terracifican bajo la consigna de la libertad.

En el fondo de la sala un extraño dispositivo ritma la aparente erección del personaje de la caja de cerillas. El fósforo sube y baja con cadencia. Lo incendiario late como la pulsión deseante de la urbe: las multitudes explotan y se contienen en un ciclo constante de producción, evasión, duda y enojo. La represión es un arte innecesario cuando se puede hablar de todo. Pero si las cosas se complican, es porque no son las formas.

Diana Cuéllar Ledesma

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