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Huracanes

Texto publicado en el catálogo de la exposición Futuro Alternativo  de Dagoberto Rodríguez
Palazzo del Parco, Diano Marina, Italia







El caminante sobre el mar de nubes de Friedrich alcanza la cima y se detiene. Absorto, superado por la belleza de las brumas, respira el viento helado y calla.

En la serie Huracanes (2021) el caminante se convirtió en cibernauta. Las imágenes satelitales de estos fenómenos naturales han sido llevadas al plano pictórico de manera tal que sus estructuras parecen estar elaboradas con bloques de Lego, el juguete de construcción más popular del mundo. Es una operación visual compleja, pues acusa profundas reconfiguraciones epistémicas, estéticas y ontológicas en el campo de interacción entre la especie humana y la naturaleza.

El primer satélite para uso meteorológico fue puesto en órbita en 1960. Desde entonces, el vertiginoso avance tecnológico ha generado todo un repertorio visual que permite acceder al ámbito de lo natural de una manera completamente novedosa para la humanidad. Los satélites, sensores y radares no solo capturan imágenes de la atmósfera terrestre, sino que también hacen accesibles para la vista humana los espectros de luz infrarroja o de microondas. Así, en las pinturas de huracanes de Dagoberto Rodríguez la fuente primaria para su elaboración no es el ojo humano, sino la imagen técnica. Nada en las obras remite a la imagen cultural compartida que tenemos de huracanes, ciclones o tormentas tropicales. Las formas y colores parecen más propias de la ciencia ficción que de aquello que entendemos por naturaleza. Hay, sin embargo, una gran cantidad de información condensada en ellos mediante sofisticadas codificaciones que pueden resultar opacas para la mirada común, pero que son enormemente significativas a los ojos de la ciencia.

Tomemos, por ejemplo, el caso de Katrina, capturado aquí durante su momento más letal. La silueta perfectamente circular, el ojo bien definido y la armoniosa simetría de sus formas nos hablan de un huracán estable, en el que la cortante vertical de viento es mínima y el poder destructor, máximo. La predominancia del rojo indica una baja temperatura de las nubes en su parte más alta y una convección profunda en su interior, lo que se traduce en tormentas intensas y tupidas. Katrina comenzó como una depresión tropical el 23 de agosto de 2005 y alcanzó su potencia máxima como huracán categoría 5 el día 28 del mismo mes. Se estima que ha sido el más destructivo en la historia reciente de los Estados Unidos de Norteamérica, dejando tras de sí alrededor de 1800 muertes y causando un trauma significativo en la memoria colectiva del estado de Luisiana y del país en general.

Los huracanes son acontecimientos de gran impacto en las Antillas y el Atlántico circuncaribe. Su poder arrasador ha marcado hitos en el imaginario social y se traduce también en el campo cultural. Ya en 1947 Fernando Ortiz dedicaba un libro a la mitología y los símbolos de estos acontecimientos atmosféricos, venerados y temidos por las civilizaciones antiguas. Los huracanes están presentes en la danza y la mitología de los mayas, en los grabados de Theodor de Bry, en la poesía del Caribe francófono y en la literatura de Ernest Hemingway y de William Faulkner. Con la serie Huracanes Dagoberto Rodríguez se suma a esta amplia tradición cultural de la región, que va mucho más allá de cuestiones idiomáticas o localismos nacionales, y que, en cambio, responde al irreductible poder de la naturaleza. Como acontecimiento meteorológico, pero también sociocultural, los huracanes configuran un espacio dilatado que incluye la totalidad del Caribe, el Golfo de México, la costa de la Florida y la cuenca baja del Mississippi. Como parte de este complejo entramado cultural, los Huracanes de Rodríguez sintetizan con elocuencia las sensibilidades y paradigmas de la coyuntura actual.

Frente a la creciente concientización sobre el impacto devastador de la humanidad en el planeta y la crisis del calentamiento global, nuestro posicionamiento frente a la naturaleza acusa lentos y paulatinos cambios y así, hoy se discuten los alcances del antropoceno y el fin de la era del posthumanismo. Si el romanticismo en el arte surgió en un momento en el que la ciencia de la ilustración había despertado el interés por conocer la naturaleza y productivizarla al máximo, superando el terror que aquella causaba durante el medioevo, en las circunstancias presentes la humanidad ha tenido que asumir nuevamente su fragilidad frente a las fuerzas telúricas. Se impone por tanto la renegociación de nuestra condición epistémico-existencial y la búsqueda de agenciamientos ético-políticos que puedan rebasar los preceptos del humanismo renacentista eurocentrado, según el cual el ser humano es eje y medida de todas las cosas. Como propone la filósofa Rosi Braidotti, la ética afirmativa del posthumanismo no debería enfocarse en suturar las brechas insalvables entre los humanos y las otredades no humanas, sino en asumir que “estamos juntos en esto”. En esta línea, una perspectiva amplia, distanciada del antropocentrismo prevaleciente, dicta que, pese a ser considerados desastres, la función de regulación térmica de los huracanes reviste una gran importancia a nivel meteorológico, puesto que llevan lluvias a zonas de sequía, aumentan el caudal de ríos y arroyos, y recargan los acuíferos.

En la serie Huracanes Dagoberto Rodríguez captura la belleza letal de esos fenómenos atmosféricos, pero no lo hace, como Friedrich, desde el posicionamiento de lo sublime romántico del siglo XIX, sino mediante un retruécano en el que el tratamiento pictórico se impone sobre la imagen técnica. Es en su lenguaje plástico – pictórico – y no en la tecnoimagen científica, donde Rodríguez encuentra su “presencia-en-el-mundo”, y esa presencia en el mundo está signada por las singularidades geográfico-culturales en las que su subjetividad se cuece. El huracán estuvo presente en su trabajo creativo desde los tiempos de Los carpinteros, según puede apreciarse en obras como Pequeña palma huracanada (2018) y también, extendiéndose en su alcance conceptual, en la serie de fríos estudios del desastre (2005) así como, a nivel formal, en el uso de piezas de Lego para crear estructuras mutables y juguetonas. La primera de las piezas mencionadas rinde homenaje a la resiliencia de las sociedades del Caribe mediante la metáfora de las palmeras: flexibles, pero resistentes cuando son sacudidas por el viento de temporal. La segunda es una serie de instalaciones en las que alguna situación de caos se congela para ser diseccionada, generando entornos de tensión y belleza. Ya en solitario, el antecedente de los huracanes y el interés por la perspectiva satelital se hallan tanto en la obra pictórica como escultórica de Rodríguez, según se aprecia en obras como Remolino de Lego azul (2019), Satélite de barro (2019) y en la serie Dispositif (2021).

Hay un antropomorfismo implícito en el hecho de llamar a los huracanes con nombres humanos. En línea con lo anterior, las pinturas de Dagoberto Rodríguez podrían considerarse como auténticos retratos ya que capturan las particularidades físicas y el “temperamento” de cada uno de ellos: Andrew, Dorian, Irma o Patricia resuenan en la mente como personajes de un mito primitivo y nos teletransportan a la originaria pulsión simbólica de la humanidad. Y tal como un buen retrato evoca y activa recuerdos en torno al retratado, la serie Huracanes apela a la memoria sensible de quienes vivieron aquellos acontecimientos. Existen grupos en Facebook en los que los supervivientes de algunos huracanes se congregan y comparten fotos y recuerdos como un rito terapéutico mediante la imagen. De acuerdo con Mircea Eliade, los procesos de desacralización en la cultura occidental no han conseguido eliminar por completo la volición humana por el espiritualismo: “el hombre moderno ha ‘olvidado’ la religión, pero lo sagrado sobrevive sepultado en su inconsciente”.


Si lo anterior es verdad para el hombre occidental, continúa Eliade, lo es aún más para el artista, puesto que la subjetividad artística “no se comporta de un modo pasivo con respecto al Cosmos ni al inconsciente (…) penetra, a veces peligrosamente, en las profundidades del mundo y de su propia psique (…) Abolir las formas y los volúmenes, descender al interior de la sustancia, desvelar las modalidades secretas o larvarias no son en el artista operaciones emprendidas en busca de un conocimiento objetivo, sino aventuras provocadas por el deseo de apresar el sentido profundo de su universo plástico”. En efecto, tras la aparente distancia objetiva de la mirada científica, en los Huracanes de Rodríguez prevalece una sensibilidad trepidante y una extraña sensación de sobrecogimiento. Quien logre conectar con los abstractos simbolismos de la serie probablemente esté conjurando un miedo atávico, porque, más allá de las aproximaciones científicas y el esquematismo de la tecnoimagen, en el campo profundo de lo simbólico los huracanes pertenecen, según decía Carpentier, al reino puro de las emociones más primarias: “el pánico de los barómetros”; “la demencia repentina de la Rosa de los Vientos”.

Diana Cuéllar Ledesma

Mi participación en Prime. Art's Next Generation






Me alegra compartir  el lanzamiento de Prime. Art’s Next Generation, un proyecto editorial en el que he tenido el gusto de participar. 

Siguiendo el concepto de su icónica serie Vitaminla editorial Phaidon ha lanzado Prime. Art's Next Generation. Se trata de un mapeo del arte joven más  innovador y propositivo a escala mundial. 


  • El volumen reúne a 107 artistas nacidos después de 1980 trabajando en distintos formatos, técnicas y temáticas.
  • Expertos y curadores de todo el mundo, en el mismo rango de edad, hemos propuesto a los artistas.
  • Un comité de selección ha elegido a dos artistas latinoamericanas nominadas por mí, incluyéndolas en el volumen.


 


"This stunningly illustrated survey brings together more than 100 of the most innovative and interesting contemporary artists working across all media and spanning the globe.
These are tomorrow’s art superstars as chosen by the future leaders of the art world: the curators, writers, and academics with their fingers on the pulse of contemporary art and culture." 
   Phaidon

"The art stars of tomorrow" 
The Art Newspaper

"An A-to-Z of more than 100 era-defining artists working around the world today" 
Elephant



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