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Frank Montero Collado




A principios de este año fui comisionada por PHotoEspaña para investigar sobre los 23 enigmáticos retratos de Frank Montero Collado, un Sherman mexicano del siglo XIX.


Las fotografías están fechadas de 1855 a 1925 y la única información que tenemos, tanto de Frank Montero, como de las fotografías, son las leyendas caligrafiadas sobre éstas, que nos revelan algunos pasajes y datos sobre su vida.


Seminarista católico, pionero del protestantismo, misionero metodista, cantante de ópera, periodista y divulgador del espiritismo; todo eso fue Frank Montero Collado. Frank Montero Collado, el hombre de las mil fases y una misma cara, nos ha dejado estas imágenes como registro de su existencia. La paradoja es que si bien al mirarlas pensamos en él como un personaje que pudo haber sido muy conocido en su época, al investigar he constatado que a todas luces no lo fue. Aparentemente no destacó en ninguna de las facetas en las que se hizo retratar, puesto que de todas hay información y en ninguna se le menciona expresamente. Pero casi un siglo después de la creación del álbum, Frank Montero Collado está logrando su cometido; aunque en su tiempo no fue ni reconocido ni famoso, hoy sus retratos se exhiben en una muestra internacional y hasta hemos iniciado una investigación sobre su vida.
Consulten el artículo Rodea enigma a Montero Collado , publicado por el diario Reforma

Sobre el proyecto Gran Visión Cultural. Tercera parte

¿Sociedades creativas o economía de la creatividad?
Es un hecho que Puebla avanza, lo que no se sabe bien es hacia dónde

Publicado en el periódico e-consulta el 4 de junio de 2010


Además del escándalo que supuso haber llamado "perra" a la diputada Rocío García Olmedo, testigo de honor de los matrimonios simbólicos que se realizaron en el zócalo de Puebla el pasado 17 de mayo en el marco del Día Internacional de la Lucha Contra la Homofobia, la indignación con respecto a las declaraciones del locutor Ricardo Bojalil terminaron convirtiéndose en tres quejas frente al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). "Si son homosexuales y traen una atracción por personas del mismo sexo, pues que se queden callados y que sean felices y se queden en el clóset y que no den show”, dijo el locutor en su pograma Zona de Fuego. Lo anterior, además de poner en la agenda política y social el tan discutido tema de la homofobia, da pie a otros debates. En esta tercera de entrega del reportaje sobre el proyecto Gran Visón Cultural quisiera hacer un stop over con una reflexión al respecto.

En su libro The Rise of Creative Class, Richard Florida, profesor de la Universidad de Toronto y director de la empresa de consultoría Creative Class Group, defiende la hipótesis de que en el último decenio ha habido un cambio sustancial en las condiciones que hacen que una ciudad, zona o país se desarrolle y crezca económicamente. El crecimiento económico no ocurre como consecuencia de la localización de grandes empresas en una zona determinada, sino en lugares que logran atraer y hacer prosperar a la "clase creativa" (artistas, diseñadores, músicos, arquitectos, programadores, etc.). Los profesionales creativos prefieren habitar en ciudades que les permitan vivir experiencias originales y que además sean entornos tolerantes a la diversidad, así pues, las ciudades abiertas se caracterizan por proveer a sus habitantes una combinación de lo que Florida llama las "tres T": Tecnología de punta, Talento y Tolerancia ¿Está preparada Puebla para entrar a la liga de las "tres T"?

El paradigma de ciudades impulsadas económicamente por su aparato cultural está probablemente en un punto nodal dentro de los estudios urbanísticos y de políticas públicas. En mayo de este año, EBRÓPOLIS, Asociación Para el Desarrollo estratégico de Zaragoza, España, llevó a cabo la jornada sobre la cultura como estrategia para el desarrollo local. La sustitución de la palabra "progreso" por el término "desarrollo" es en sí misma reveladora, pero nos obliga a preguntarnos, en primera instancia, qué se entiende por desarrollo y cómo se supone que éste pude se alcanzado.

Las lecturas más recurrentes sugieren que el desarrollo económico trae consigo el "resto" de los desarrollos (social, deportivo, cultural, político) casi por antonomasia ¿Y si fuera al revés? más aún, ¿qué pasaría si entendiéramos el "desarrollo" no como meta, sino como proceso contínuo multifactorial y multidireccional? Probablemente daríamos la importancia suficiente a cada factor de la vida social y no esperaríamos que sea uno sólo de ellos el que saque al resto de la inmundiacia en la que se encuentra.

Manuel Castells sugiere que así como en el siglo XIX surge una era industrial en la que el papel, el carbón y el acero jugaron un rol fundamental, la era actual es la era de la cultura. Pero así como la era industrial explotó indiscrimandadamente los recursos naturales, existe el riesgo de que en la actualidad nuestros recursos culturales estén siendo saqueados, condición que, al igual que pasaba con la industria, se agrava en la dialéctica entre los países desarrollados y los no desarrollados, y la explotación que hacen unos de los otros. Para muestra volteemos a ver cualquier artículo de la moda del "fridismo", las playeras, agendas, tazas y llaveros reproducen imágenes de la pintora en las que abunda la imaginería indígena: textiles, joyas, trajes típicos ¿Han recibido las tehuanas un solo peso por concepto de "derechos de autor"?

En un hecho que Puebla avanza, lo que no se sabe bien es hacia dónde. Recientemente organicé junto con algunos amigos un congreso en la Universidad de las Américas Puebla al que invitamos al antropólogo Néstor García Canclini a dar una conferencia magistral. n su conferencia magistral. En ella, Canclini destacaba el hecho de que hace algunos años, al preguntarle a cualquier joven latinoamericano qué quería hacer al terminar la carrera su respuesta inmediata era: "irme del país". Pienso que actualmente las cosas no han cambiado mucho. Las grandes ciudades "imán" como Barcelona, Londres y Ámsterdam tienen programas específicos para reclutar talentos. Esos talentos, aunados a otros factores, completan el circuito de "tres T" del que habla Florida. En nuestras ciudades seguimos llamando "putos" a los homosexuales y creemos que economía de la creatividad es sinónimo de sociedad creativa, el problema de fondo es mucho más complejo.

Sobre el proyecto Gran Visión Cultural. Segunda parte






Publicado en el periódico e-consulta en abril de 2010

En diciembre de 2009, en este mismo espacio, publiqué un texto sobre el proyecto que en ese entonces había arrancado el Institituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla conjuntamente con Nomismae Consulting, firma mexicana de consultoría especializada en el análisis y medición de la contribución económica de las actividades basadas en la creatividad y la cultura . El proyecto, Gran Visión Cultural (GVC), pretendía diagnosticar el estado de la cultura en el municipio de Puebla y su zona metropolitana con miras a optimizar la producción simbólica y su impacto económico en la región. En esta ocasión quiero hacer algunos comentarios con respecto al primer reporte ejecutivo del proyecto, publicado en marzo de 2010.

En primer lugar es necesario señalar el acierto que han tenido las autoridades municipales al realizar este estudio que, según el mismo reporte, encuentra su fundamento en el contexto de agotamiento de la política cultural general de México, que, si bien inició como una política compensatoria, ha devenido en un asistencialismo ‘presupuestívoro Por tanto, el principal aporte del proyecto ha sido la obtención de indicadores que permitan generar propuestas de superación del viejo paradigma de política cultural, lo cual no será un empresa fácil toda vez que ha de considerarse que Gran Visión Cultural es la primera iniciativa de este tipo a nivel nacional y la tercera en América Latina –muestra feaciente tal resistencia al cambio es el hecho de que casi el 35% de los creadores a los que se les solicitó una entrevista se negaron a dar la cita o dejaron la entrevista incompleta. 

Sin embargo, como sotuve en el artículo anterior, el fenómeno verdaderamente interesante no es el proyecto en sí, sino las condiciones de su posibilidad: (1) que las autoridades municipales se interesen en estudios de esta naturaleza y (2) que exista en México una empresa especializada en este tipo de análisis ¿A qué coyuntura histórica responden estos hechos? ¿Desde dónde se articulan? ¿Cuál es su fin último? Son cuestiones que han de considerarse antes de dar lecturas y aventurar las posibles conclusiones del proyecto Gran Visión Cultural.

1.                  Espacio incierto
Pese al rigor  metodológico con que procedió Nomismae Consulting, la misma naturaleza del fenómeno estudiado hace que el reporte arroje mucha luz, pero también deje grandes e interesantes intersticios y abigüedades por donde se pueden colar todo tipo de cuestionamientos. En primer lugar, la afirmación del IMACP (Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla) "queremos mejorar nuestra política cultural, a partir de lo que tenemos, tomar lo que sirva y dejar atrás lo que no ha funcionado" nos obliga a preguntarnos qué estamos entendiendo por mejora y desde qué parámetros se establece lo que sirve y lo que no sirve. Sin lugar a dudas, la intención es clarísima toda vez que consideremos que el proyecto en su conjunto tiene un  marcado enfoque económico. Mejorar quiere decir productivizar el sector cultura, lograr que ésta deje de ser ‚‘preuspuestívora, y lo que funciona es, por tanto, todo aquello que coadyuva a la productivización de dicho recurso. Lo anterior más que ser prejuzgado desde la postura conservadora de la bohéme y el amor al arte, ha de ser desentrañado de acuerdo con análisis que hagan visibles las conexiones entre el estado actual mundial de la cultura y el papel que desempeña dentro de la economía.

Debido a esto, no sorprende a propios ni a extraños que el reporte de GVC comience por dar cuenta de la población económicamente activa del municipio de Puebla, de la cual el 62% se desempeña en el sector terciario. Tenemos entonces una primera clave de entendimiento, a saber, que al encontrarse dentro de ese sector económico la cultura podría resultar una cuenca de riqueza altamente rentable y sin embargo, no lo es.

Surgen así las primeras paradojas. Por una parte, y de acuerdo con los datos del estudio, dentro del sector terciario una de las industrias que más ganancias genera es la turística (512 MDP en 2009). El papel que la cultura desempeña dentro de este sector económico es fuerte y, por lo tanto, es conveniente impulsar el desarrollo de creadores y artesanos, así como invertir en las labores de mantenimiento y restauración de inmuebles históricos, principalmente del centro de la ciudad. La mayor parte del turismo que llega a Puebla es nacional y del total de sus gastos la mayoría corresponden a conceptos de alojamiento y alimentación. Lo anterior nos obliga a preguntarnos quién consume cultura, qué tipo de cultura consume y qué tipo de cultura quisiera consumir.

Se busca un modelo gestivo que permita a la cultura ser no digamos rentable, sino sustentable y para ello es menester incentivar tanto la producción como el consumo cultural. El problema aquí es que más allá de las industrias del ocio y el entretenimiento no existe demanda para la producción simbólica en Puebla. Por ejemplo, los datos duros indican que lo que más compran los turistas en Puebla son artesanías y dulces, mientras que, por ejemplo, las antigüedades y la talavera solo obtuvieron un 6% del total del consumo. Esto no quiere decir que la Talavera no guste a los turistas, antes bien, confirma el hecho de que ésta resulta un gasto suntuario para la mayoría de ellos. Para hacer más fuerte esta hipótesis baste decir que ni los mismos productores simbólicos consumen productos culturales: cuando se les interrogó acerca de su consumo cultural el 52% de los encuestados contestó que no compran arte, libros ni revistas. La pregunta realmente intersante hubiera sido por qué no los consumen o si les gustaría hacerlo.


En cuanto a la población local, las opciones de entretenimiento, ya sea entre semana o en fines de semana , ubican a la televisión en la primera posición con índices de hasta 56% de preferencia sobre otras opciones de entretenimiento como teatro, espectáculos, museos y paseos por la ciudad. Nuevamente debemos preguntarnos si estos datos reflejan el gusto o el poder adquisitivo de la población encuestada.

Con base en los resultados anteriores, las preguntas de Nomismae Consulting son ¿en dónde se encuentra el creador cultural de la capital poblana?, ¿qué hace?, ¿a qué se dedica?, ¿toca de alguna manera este mercado y/o atiende esas demandas de consumo cultural?

2.                  Posibilidades e insuficiencias
Como era de esperarse, el panorama de producción en Puebla refleja que las Unidades Creativas y Culturales en la Capital poblana están muy limitadas en los aspectos de planeación y gestión y tienen serias deficiencias al plantear sus estrategias comerciales, administrativas y de mercado.
Pese a que el 76% de los encuestados afirman vender sus productos, el 72% no conoce el perfil de sus compradores y el 91% asegura recurrir a préstamos de familiares y amigos para complementar económicamente su actividad creativa. Del 29% inscrito en algún padrón para ayuda económica, educativa o laboral, el 39% está respaldado por programas de apoyo alimentario y el 35% cuenta con algún tipo de beca. Un 12% de los encuestados no paga impuestos, el 26% lo hace y el 62% no contestó a la pregunta.




El problema de fondo es nuevamente dar cuenta de qué tipo de trabajador es el creador. A las claras se concluye que en Puebla es difícil vivir del arte y la creatividad. La precarización del trabajo creativo se refleja no sólo en las ganancias, sino en las condiciones laborales de artesanos, músicos independientes, actores, escritores y demás creadores. Algunas de las cuestiones que no aborda la investigación de GVC tienen que ver con esto último ¿los creadores cuentan con seguridad social, seguro de  desempleo y fondo para el retiro?




Una vez más, llamo la atención sobre la menuda paradoja de la situación cultural en Puebla. Si reparamos en el hecho de que somos la segunda ciudad del país en número de universidades (20) y que licenciaturas como diseño, artes plásticas, danza, teatro y música, así como posgrados en Literatura, Estética y Arte y Teorías de la Cultura son ofertados (y concurridos) en más de una institución superior ¿qué y/o cómo se hace posible este escenario de precaridad económica de las artes y la cultura en general? Si los artistas actuales reciben educación como cualquier profesionista tout court ¿cómo y por qué tienen tantas deficiencias organizacionales y administrativas?

3.                  La redefinición del espacio público
Frente al panorama anterior es curioso notar que la mayor parte de los creadores demandan ampliar los espacios de promoción cultural. En este punto conviene ser muy cuidadosos y plantear bien la pregunta ¿qué es un espacio cultural?

Prácticamente cualquier espacio puede ser (es) un espacio cultural, sin embargo nos hemos hecho la idea de que un espacio cultural ha de construirse con inversiones millonarias, debe ser de magnitudes escandalosas y, siempre, competir en presupuesto y escala con los espacios culturales previos. Nunca terminé de entender cómo y por qué el famoso jardín del arte es un espacio cultural para la sociedad poblana, recordemos que este espacio generó mucha polémica con la renuncia de su directora quien denunció publicamente las intenciones del gobierno del estado de convertir el jardín en un millonario complejo inmobiliario; un caso parecido es el del casco industrial de la Constancia Mexicana, que fue expropiado con la finalidad de convertirlo en centro cultural y en el cual se organizaron apenas Plataforma 2006 y un Salón de arte erótico en 2007 para luego, y después de haber sido expropiado, dejarlo en el olvido.

Caso aparte es el Complejo Cultural Universitario de la BUAP. Una de mis anécdotas favoritas con respecto a éste tiene que ver con una entrevista que le realizaron al rector de la universidad en TV Azteca Puebla con motivo de la inauguración del Inmueble. Cuando la conductora preguntó a Enrique Agüera qué era necesario para que el edificio cobrara vida, la respuesta del rector fue "que los poblanos vengan y consuman". Evidentemente el CCU de la BUAP tiene tras sí una gestión visionaria con respecto al papel que la cultura y las artes tienen en el desarrollo económico. Sin embargo, y a pesar de que se sigan rentando salones para eventos sociales como bodas y XV años, las acciones del CCU han tenido propuestas interesantes como los ciclos de cine que exhiben "de a gratis" buenas películas, o los próximos conciertos que se relizarán en su explanada con motivo del XII Festival Internacional de Puebla. Finalmente está el asunto del Auditorio de la Reforma, una sala de concierto con excelente acústica que había sido descuidado por años y que recientemente ha estado en la mira de proyectos de rehabilitación. 

A estos recintos hay que sumar otros centros culturales como el museo de la UPAEP, la Capilla del Arte de la UDLAP, la Casa de la Cultura, San Pedro Museo de Arte, el, casi fantasma, Centro Cultural Poblano, La Casa de los Muñecos, La Casa del Alfeñique, el Museo Amparo, el Museo Bello y San Pedro Museo de Arte; el Teatro Principal, el Teatro de la Ciudad y las Galerías del Palacio Municipal. El problema, por tanto, no es que haya más espacios sino qué se sepa qué hacer con ellos. Tenemos el hardware, nos falta el software: políticas decentes.

Sobre el proyecto Gran Visión Cultural




Publicado en el periódico e-Consulta el 17 de diciembre de 2009


La discusión que se vivía en Brasil hace unas semanas, sobre si la pornografía debería ser o no considerada cultura, no resulta bizantina sino perfectamente atinente en el actual contexto económico. Dejando de lado el controversial debate sobre si la pornografía es o no cultura, lo que vale la pena resaltar es que esta polémica se dio en el marco de la decisión del gobierno brasileño de ofrecer a todos los trabajadores que ganen menos de 1.500 reales, un ’vale cultural’ de 50 reales para gastarlos en cualquier cosa de carácter cultural; ante esta iniciativa, el parlamento tiene la tarea de decidir qué puede y qué no puede ser considerado como cultura. El hecho de que el estado brasileño promueva e incentive el consumo cultural es, sin lugar a dudas, síntoma evidente de que, en la fase actual del capitalismo, la cultura deja, y deja mucho; más aún, que la creciente fiebre por el llamado “capitalismo cultural” está cada vez más presente en los países de Latinoamérica.

Con este telón de fondo plantearé algunas cuestiones sobre el proyecto Gran Visión Cultural que, a través del Instituto Municipal de Arte y Cultura, efectúa el Ayuntamiento del municipio de Puebla. El programa está a cargo de Nomismae Consulting, Foro Mexicano de la Cultura, dirigido por Ernesto Piedras, quien desde hace años se dedica a estudiar las implicaciones y alcances económicos de la cultura en México.

Puebla es la primera ciudad del país en contar con un estudio de este tipo, pero desde luego que el interés por la cultura y el arte no son repentinos en la entidad, tanto a nivel público como privado. Los primeros atisbos de que, como bien señala el teórico Geroge Yúdice en su libro The Expediency of Culture, la cultura ha devenido en un recurso más, como el gas butano o el petróleo, que es altamente explotable ya que no se agota sino que crece y se reproduce constantemente, se hicieron ver en el experimental proyecto Plataforma 2006. Este fue un paradigmático ejemplo de cómo, so pretexto del arte contemporáneo, se pueden expropiar, explotar e inflar inmuebles históricos para convertirlos en centros comerciales o, claro está, ‘culturales’. Sin embargo, en el momento histórico actual, en el que la cultura es consumo, o tiende a reducirse a eso, los centros ‘culturales’ muchas veces terminan siendo otro tipo de centros comerciales, donde lo que se consume no es ropa ni alimentos, sino libros, música y espectáculos. Al respecto ahorraré mis comentarios sobre otro de los grandes pilares de este ‘giro cultural poblano’: el Complejo Cultural Universitario de la BUAP.

La gran ventaja es que Gran Visión Cultural es un estudio serio y bien cimentado tanto teórica como metodológicamente, pero es cierto que la pretensión institucional que lo promueve puede ser un arma de doble filo para los productores culturales en la medida en la que busca utilizar a los productores simbólicos, principalmente artistas, como trabajadores gratuitos. El proyecto de convertir al centro histórico en un espacio para la cultura y las artes esconde tras de sí el desagradable tema de la gentrificación. Tal fenómeno cutos modelos paradigmáticos son el del Soho de Nueva York, el barrio del Raval, en Barcelona, Mission District en San Francisco y, más cerca, el callejón Regina en el Centro Histórico del D.F., consiste en desalojar a los habitantes de barrios pobres pero que poseen gran carga histórica y cultural, y reactivarlos mediante la conversión de sus edificios en galerías de arte, centros nocturnos, cafés bohemios y ‘espacios alternativos’. Desde luego que a la larga ese tipo de lugares incrementan su plusvalía en el mercado de bienes raíces y los beneficiarios directos no son ni los artistas ni la ‘gente alternativa’ que los transformaron de vecindades mugrosas a lugares chic, sino los inversores de los proyectos de reactivación, que la más de las veces fueron los mismos que compraron esos inmuebles a precios bajísimos. Huelga decir que después de lograr la ‘reactivación’ del lugar, artistas e intelectuales suelen ser desalojados de sus talleres y apartamentos, que luego son rentados o vendidos a boutiques y restaurantes para el turismo y las clases altas.

Por una parte el hecho de que se reconozca que el trabajo artístico y cultural se inserta dentro de la dinámica económica como cualquier otra  mercancía o prestación de servicios es una gran ventaja para cualquier escenario artístico, más aún cuando la visión generalizada del artista tiende a ser la del bohemio mal vestido que trabaja ‘por amor al arte’. Gran Visión Cultural ha lanzado una convocatoria para que todos los creadores de Puebla se empadronen en una especie de base de datos: “el estudio iniciará con un conteo de quiénes son los artistas y creadores de la ciudad, la actividad específica que realizan, los públicos a los que llegan, quiénes son su proveedores y otros datos que ayuden a describir de manera precisa la cadena productiva cultural de nuestra ciudad”. Esta política del proyecto va muy acorde con el logo del mismo, un ojo vigilante que guiña a la teoría foucaultina de la visión y las sociedades hipercontroladas, siempre vigiladas.




Definitivamente Gran Visión Cultural es en sí mismo un producto cultural interesante y necesario en el orden actual de la economía global y local. En su libro Propiedad intelectual nuevas tecnologías y libre acceso a la cultura, Eduardo Ramírez y Alberto López Cuenca citan que según un estudio realizado en 2008, el sector cultural arroja en conjunto el 7.3% de la riqueza del país, es decir, 504 mil millones de pesos aproximadamente; por su parte, en 2000 el economista Jeremy Rifkin aseguraba que en Estados Unidos el 20% de la población gastaba ya más del 50% de sus ingresos en acceder a experiencias culturales. Sin embargo, es menester que la recepción de Gran Visión Cultural, y de toda la política cultural que hay tras él, sea cautelosa y siempre crítica por parte de los protagonistas de esta historia: artistas y productores simbólicos. El hecho de estar en la mira de los proyectos públicos no implica la celebración sino, antes bien, la sospecha. Cierto, Gran visión cultural ayudará a entender mejor cómo funciona la cadena productiva cultural de Puebla, pero esto no quiere decir que el proyecto pretenda hacer esa cadena más equitativa para todos y cada uno de los eslabones que la componen. Por el momento me gustaría saber si los artistas que se ‘beneficiarán’ con este proyecto llegarán a contar con algún tipo de seguridad social, guarderías para sus hijos, aguinaldo, prima vacacional y, por qué no, vale para cultura.