Texto curatorial de la exposición de Liza Ambrossio La etapa bruja en Nadie Nunca Nada No del 17 de junio al 1 de julio de 2022
De la serie La etapa bruja. Imagen cortesía de la artista.
Los feminicidios, la atmósfera de miedo y la sensación de desprotección se convierten entonces en esas heridas en las que nos reconocemos mutuamente: dos niñas mexicanas, hacia el fin de siglo, rodeadas por historias de violencia, raptos y desapariciones.
Freud denominó etapas a las distintas fases del desarrollo psicosexual de los sujetos, presuponiendo como prototipo de subjetividad universal al adulto varón burgués de la Europa occidental de su tiempo. La etapa bruja ironiza los principios del mandato psicoanalítico, pues parte de la necesidad de encontrar, mediante la imagen, posibles conjuros frente a la abyección de la necropolítica circundante. Se plantea entonces una etapa bruja en la que, conmocionada frente al televisor, la niña huye y se elabora a sí misma en los territorios del delirio.
Lejos de ser capturadora de una imagen de la realidad, la mirada de Ambrossio es constructora de artificio. La exposición, por tanto, no intenta crear un discurso, sino estados mentales como respuesta a una visualidad intensa y sugerente.
De la serie La etapa bruja. Imagen cortesía de la artista.
El ero-guro-nansensu (adaptación a la fonética japonesa de las palabras erotic-grotesque-nonsense) está en la base del trabajo de Ambrossio no como “estilo”, sino como la herramienta poética que le permite acariciar temas tabú desde la arbitrariedad de derivas psico-poéticas no administradas, dando como resultado una estética inquietante que sacude las convenciones del buen gusto minimalista, así como de toda una gama de lenguajes visuales que empiezan a agotarse en su respuesta hacia los entornos de dolor, trauma y descomposición social. Las imágenes atacan con efectividad guerrillera confrontando al espectador, que queda sin tiempo (ni espíritu) para la disección o la referencialidad.
Desde su patetismo y ritualidad, las imágenes de Ambrossio no piden lectores sino cómplices; en ellas habita una profusión de ambientes y objetos como huellas de la lucha constante con los fantasmas que la artista postula como acontecimientos primigenios de su subjetividad creadora: infancia, decadencia, dolor, opulencia, abandono, deseo, muerte…
De la serie La etapa bruja. Imagen cortesía de la artista.
El auge de la bruja como figura de referencia para el feminismo actual remite a un momento oscuro de la historia occidental, en la que el exterminio sistemático de mujeres coincidió con el desarrollo de un nuevo orden económico e introdujo un ajuste en los modelos de reproducción social. Al margen de las reivindicaciones del arte “político” o “militante”, la propuesta de Ambrossio coloca a la bruja en el centro de un sistema que genera semiosis diferentes y subvierte ciertos regímenes estéticos en pos del escapismo poético hacia un corazón de las tinieblas que no es finalidad, sino proceso.
Diana Cuéllar Ledesma